Ángel Escobar (Guantánamo, 1957-1997)


Ángel Escobar nació en Guantánamo, Cuba, el 3 de marzo de 1957 y murió en La Habana en 1997. Se graduó en la especialidad de Arte Dramático en 1977 en la Escuela Nacional de Arte (ENA) de La Habana, y, más tarde, en 1984, en Artes Escénicas en el Instituto Superior de Arte (ISA). Ganó el Premio David (UNEAC) con el poemario Viejas palabras de uso (1977). Luego vendría el Premio de Poesía Roberto Branly (UNEAC) con Epílogo famoso (1985). A estos títulos les siguieron: La vía pública (poesía, La Habana, 1987), Malos pasos (poesía, La Habana, 1991), Todavía (poesía, La Habana, 1991), Abuso de confianza (poesía, Santiago de Chile, 1992), Cuéntame lo que me pasa (relatos, Zaragoza, 1992), Cuando salí de La Habana (poesía, Zaragoza, 1997). Póstumamente, en diciembre de 1997, se publicaron, también en Zaragoza, los poemarios: El examen no ha terminado y La sombra del decir.

ABUSO DE CONFIANZA

No me has visto. Siglo. Siglo. Oh, prestigitador.
Al lado de la carpa inmensa venden
barquillos. ¡Y algodones de azúcar!
Y dicen: “Ya estamos hartos de tus opiniones.”
No me has visto. No has venido a preguntar por mí,
el de los dedos cortados. Yo era dos muchachos
corriendo. Los remos junto al agua blanca,
el jadeo, sudorosos, y el no hallar lo suficiente aquello
de las estatuas sepultadas. Qué querías-
era correr sobre las manos negras, los pies rotos
hasta el filo del agua, hasta el filo del agua.
Oh, reino frío. No sean joyas los hierbajos podridos
que refracto. No sean dadas aún mis confecciones.
Por ellas, solo sobre ellas, tú has condecorado
a aquel demás. Y yo preferí ser el humano campante
que huye. El trapecio y las gradas, y las victorias,
y tus actas policiales: ¡Vaya plácemes! Es evidente:
Yo he podido morir, no deshacer el exceso de la razón
y el uso. No al tropezar con la piedra al muslo, el mito,
las caras de los gladiadores. Dicen: “Eso sería suficiente”.
O aquello de que a uno le baste un transitor
y una ventana, un transitor y una ventana.
Éramos las espaldas cuando empezamos eso. ¡Basta!
¡Basta! La música y el camino resecos -el fardo
al que le dicen no a los parabienes y a la clemencia
al listo-, pero tú no ves cómo levanta el arco. Lejos
de los comederos donde hay líderes juntando las cabezas
para el final del espectáculo. El plexo solar
sobra; no tu yesquero, mi cigarrillo, las sonrisas.
Diles, Príncipe: Huraños, lenguaraces bastardos. Y a mí:
Mentira que de un solo mal no escapas. Los otros
en el calor se aburren, por ejemplo. Salen de camiseta,
balanceando los brazos. Salen. Balanceando los brazos.
Mian hacia l alto. Un edificio. Y otro. Y otro.
-Eh, tú. A nosotros nos gustan los relojes automáticos.
En realidad (¡Simón! ¡Simón!) no me aprendí las reglas-
solo alcancé la paz que se otorga a los huesos
del conejo, el borboteo del oso
que alguien insiste en ahogar en la bañera-. Podrían cesar
el brillo ahora, y los ademanes con excesivo vetiver de las
doncellas.
Y así como separan los codos los camareros y van, y van y
vienen
en esa retahíla, nosotros nos percatamos: Escupimos
sobre su litografía. No fue el padre de aquellos quien ordenó
desfallecer. Así no. Nadie más vuelva a fila. Nadie más.
Yo me allego al horror del que estoy hecho.
(¿Van los pobres ramajes que me golpearon
loco en la carrera a prescindir de mí?)
Veo tu pulmón rosado. Veo el hielo y la gangrena
de tus vísceras. Sé de los aptos para lustrar
las mascarillas de oro. Sé del trasiego que m expulsan;
“Él ve, él ve la repetición incesante de muertes no
marciales.”
-¡Hey! ¡Il sole non si muove!-Ja. Bailando. Sudan com
chicos.
Hacen las alharcas de los picaneados por ti.
Mienten: “¡Oh!, ¿qué es esto? ¿Un hombre tapado?”
Giran: “¿Ves algún dios detrás de mí?” ¿Ves algun dios?
Chillan. Arriscando los labios. Il solo non se muove.
Salta. Y dice: “Maldita cosa que me importa”
Enola Gay tenía un pubis tan tierno (el Organon)
como Albertine en Spon River. Y: “Ya hemos
explicado por qué ello es así”. ¿Habrían
de importar los excesivos tics nerviosos, Franz?
Vivimos adornando con potes de cerveza la Antología
de Kuei Mei. Tal vez eso nos reconforta. Al haragán
empleado de banco, al traidor. Le pendu, el fusilado-
de Beulah comentábamos con ganas de astillar
las vitrinas-: Qué pocas las pepitas. Gritan: “¡Fuego!
¡Fuego!
Y ya. No hay casa para nosotros. Ni siquiera la otra
a un paso de los farallones, la de los platos azules
del borracho. Solo el defiladero es para mí. Y las piedras
que prefiguran el agua. ¿No lloré a caso por todas
esas sonrisas que me cercaron?: “Sin embargo
eres tú quien pone el nombre”. ¿Yo? ¿O Juan Inaudi?
¿Un edificio? ¿Y otro? ¿Y otro? No. Se sigue siendo
el orangutan imbécil que fascina.
¿Acaso somos aquellos camareros para llevar-
ay los gladiolos. Ay, el pelo de las muchachas
púberes-y traer las vísceras así? ¿Así no más? ¿Así?
“Dos muchachos corriendo”. Es evidente. Y alguien
los ve pasar, sudoroso. Ahora bien: Nosotros somos
el tercero. Incluso digo que alguien ns espera; ni a Dios,
ni a la naturaleza: Excelentes paraguas rotos-
en medio del trasiego de insecticidas-.
¿No lo querían? Mee he detenido a sopesar
las uopías histéricas, dividendos y usuras.
(Es la puerta cancel. Veo al cruzado.)
Las caras sobre los pergaminos. (No eran) Y ya.
(Los dedos que entran). Dicen: “El barro tan filoso
hiere”. Y en verdad hiere. El barro tan filoso hiere.
Estas palabras no son para ti. Yo no juego
en la arena. No estoy en un aeropuerto internacional
pateando una caja vacía de Original Russian Vodka,
ni me rajé la cara con una botella rota. Yo no cargo
a mi hermano. Ni a ningún otro muerto. Yo no me cargo
a mi. Las olas muerden. No hay ni un puñadito de candor.
Tu ojo me ve bailando sobre el filo de las imprecaciones.
La arena es la que es verde, el mar arena. Duermen
tres; cuatro te hablan; dos mil se hacen añicos. Solo uno,
entre el cristal del trópico y la esperma del lunes,
vocifera-
y eso que está de vacacines, que está de vacaciones.
No soy yo. No eres tú. No son cuatro ni tres.
Ni dos mil. Ni los posibles datos del Obispo,
nuestra computadora. También tú buscas enemigos,
y hay quien te usurpa el nombre. (Alguien lo cumplirá-
se está cumpliendo, se cumplió). Realmente no te molesta
la frivolidad metafísica de Scheler, Nadie, ¡Atón! ¡Atón!-
OH, aquellos tres viejitos del basural cantando, ay,
danza extraña; mira sus marcapasos.Míralos. No al héros
Saturday Eveneing Post. Tambien se gasta mi cigarrillo-
y miente. Al final uno vuelve a cavar otro túnel- uno,
viejo topo corrupto, Franz, al arca, al arca, Franz.

EL ANCIANO

Estoy parado en esta esquina -
entre la cordillera y el mar,
entre el sur y el desierto.
Soy pobre, pero no puedo vender mi pobreza,
ni cambiarla por un augurio.
Seguramente estoy esperando algo
parado en esta esquina del mundo,
pero ya no sé qué. Quisiera
ser una chispa en algún fogón,
en alguna cocinería, en el campo.
Pudiera ser yo el campo, o el fogón
o la chispa; pero eso no lo entendería
mi compadre: se lo llevaría otro.
Ay, muchos compadres necesitan comer -
y yo no puedo transformarme en nada,
ni hacer una promesa que nadie cumpliría.
Ahora estoy parado en esta esquina -
entre una rodilla rota y un latón de basura,
entre un paredón y un diente de menos.
Hablo con calma, solo; ni siquiera puedo ser
un mendigo: no tengo dones para eso.

EXHORTACIONES AL PERFECTO

mírame bien / ves esta cara redonda como el parche
de algún tambor de feria / te pregunto
la ves/ tú estás seguro que la ves
si así es puedes rajarla no más con proponertelo
lo harás cogiendo tus baquetas golpeando
un poquito más duro que antier / te aseguro
que hoy no hará la misma fuerza que mañana
rómpela / pronto / rómpela
no te detengas / yo me torné inmaduro difícil cuestionable
yo conservé el error y la posibilidad de lo imperfecto
yo celebré el desliz que salía caliente de mi plexo solar
y de mi cara
metía y meto la pata en cualquier hueco y el riñón
menos apto y el pulmón y la cara /
mira que fallo cometió el universo
al empujar tantos litros de sangre a este abandono
acercarte perfecto
puedes coger el martillo / hacer añicos
mi cara / este trozo de terracota mal moldeada
yo sé que piensas que se parece a un cero / pues no
lo pienses más / decídete y golpea
que el cero es una posición muy incómoda
ven machácala y anda / machácala y trota
podrás hacerte un escalón
cuando ya esté mi cara derrumbada

LA CONSPIRACION DE LOS NECIOS

Juntémonos en tu casa el sábado.
Sí: tiremos cualquier cosa a las brasas-
auque sea un hombre:
sí: volvámonos caníbales -
eso da prestigio y fama -
eso hace que uno deje un trazo
como hace el caracol sobre la tierra -
si es que la Tierra es algo.
No todos podemos ser próceres piadosos.
Juntémonos en tu casa el sábado.
Sí: fumemos bastante; fumemos de todo;
fumémonos el todo: hasta que nos de cáncer -
el cáncer sí que es Creacionista -:
ahora mismo está haciendo que se pudra
la rosa en este problema.

LA PRESENCIA

No te he abandonado.
Estoy aquí contigo.
Te han atado en la costa
a un madero,
entre el mar que desdeñas
y la tierra que amas.
La marea sube; el poste
resistirá. Mientras tanto,
los cangrejos pueden comer tus vísceras.
Al amanecer,
si la marea no te ahoga
ni los cangrejos te devoran,
las lanzas se cebarán en tu carne.
Tendrás frío. Es de noche.
De algo te servirán tu desdén o tu amor.
Yo no te he abandonado.
Estoy aquí contigo
Siempre escasea un relámpago en la mesa
Llueve. Al fin y al cabo hasta el cielo empalaga.
Y aquí se vive como al centro de un día
Con los bordes comidos por los pájaros.
Alguien ríe. Alguienes se desnudan en un cuarto de hotel,
junto al mar cascarriento que ha venido
con más huesos de ahogado este domingo.
Ella se lava los pies echados a perder. O está en la casa
sola, sola,
sola y desnuda también como un pistoletazo.
Mirándose los pies.
En cambio tú y yo no nos conocemos todavía.
Y aquí se duerme como en el último banco de una estación
cualquiera,
desde la que han salido el primer tren y el último
hace un rato. “Si usted mira por los visillos
de la ventana afuera
verá los raíles torcidos como moño de viuda”.
Después no pasa nada. Llueve.
Y la cuñada del esposo de la otra
se limpia pues las uñas bostezando. “Llueve”—
dice quien no está lejos--. Con todo y eso
aún no nos reconocemos. Es otro quien allá telefonea—
“Te digo que no puedo contarte el argumento”--.
El aire entra a escurrirse en los zaguanes,
choca contra los bultos que hay agazapados
y nos palpa la cara como un ciego. Ya nos vamos.
Resguardo del orden
Si se le agrega un detalle a la realidad
se transforma al mundo. Méliès lo hizo—
y terminó vendiendo juguetes en una feria.
Yo no soy Basquiat (1960-1988), pero alzaré la voz—
ustedes podrían igual decirme que vaya al diablo,
yo les diré como él: “El examen ha terminado”.
No tengo lo que se requiere para, según Holderlin,
la dorada mediocridad de la vida. Creo creer, con él,
que lo que queda lo fundan los poetas –así tengo,
como Franz, un animal curioso, mitad gatito,
mitad cordero –es una herencia del padre. Franz
viene a ser el poeta, y yo cavo otro túnel del Veinte.
Yo soy un viejo topo corrupto; vuelvo al arca—
mientras Voltaire cultiva su jardín propio. Y digo:
Quisiera hacer un acto que me libere andando –pero
lo interno a lo que se llama acto, es que se desconoce
a sí mismo, me dice Jacques Lacan, mi sicoanalista.
No me salva el querer que vivamos en más de un mundo—
no conozco a Blumenberg, ni estoy perdido en el bosque
como una doncella. O sí: estoy perdido, y solo, res
destazada ante tantos caminos: la desjarretan, la tumban.
Luego me dice rintintín de la lectura de domingo
que el sentido es la renuncia a un sentido. Tengo miedo,
pero mañana me voy p’a Sibanicú, mañana.

CUBA Y LA NOCHE

TODOS los poemas los ha escrito mi esposa;
yo no: yo soy un fugitivo: transpiro, deseo,
aguanto: ¿crees que puedes mirarme sólo así
porque lloro de costado? ¿Quieres ver la nasa,
la red, el nicho donde me cazan y zahieren?
Me zafan, ¿y tú crees que esto no es la malla,
la red donde pervive el pez sobre la rama?
¿No ves la rama, el árbol - hondón muerto
donde se pudre el instante? Me fracturo: esta falla
es todo cuanto hay en mí, blando, duro, viscoso;
y tengo el escozor de la víspera: soy el padre
y la madre; pero no puedo ser mi esposa -
los jefes, vacía, quick, viejo George de la estepa,
gatos enmascarados raptando a las princesas negras
vienen a mí: «Dédalo», le masculla la esposa,
y recoge su pelo en una cola que no es más
la de Atila. Sansón Melena es checo; esos no son
proverbios - éste es un ya para que venga el parto
y me tire hacia arriba: bueno, bueno, buenón:
casi así como despabilarse y ser sencillo; al campo
queda el divorcio: la trinidad hace su pachanga
hasta el toque, el roce, lo que no rememoro: tengo
fijo que a la mejor manera caen las manecillas
suizas, las jerigonzas japonesas: a mí me las han
robado - corro, corro - : ¿por qué me dices córrete?;
mira, yo escucho la pregunta: sorbo a mi esposa, ella
me dicta las palabras sopladas como anillos -
también por mí pintan de azul los hospitales:
la vecina, la nuera, el marcapasos, pozos son,
fueron hechos a mí - puedo estar lelo, puedo caer
y caer; no así la esposa: húndete, huye; sopla
la centuria, la trinidad, el triunvirato que así
y aquí me matan.

POBLADOR

YO vine al mundo de visita
para crear dificultades.
Puede que sea un ángel o un camello.
Tomo una piedra y sé cuál es, entre todos,
mi resguardo. Amo aún el cuchillo
con el que maté a un hombre - lo herí;
pero en mi intención ya lo había matado -
después dos de sus primos, o amigos, o compadres
me mataron a mí; quizá sólo fueron
simples desconocidos, o no: todos los hombres
tienen un parentesco, y todos se conocen;
y ni uno solo es simple.
Tuve una hija a la que tal vez le di el nombre.
En los cines, creí ser mexicano, japonés o italiano.
En la calle fui El Chino. En la infancia,
si es que algo puede llamarse de ese modo,
perdí todos los enlaces posibles con lo real -
fui un huérfano. Me golpearon todo el cuerpo;
pero yo tenía una candela viva. Dormí
en los parques y en el rencor de mis tutores.
Tengo una foto entre uvas caletas donde parece
que soy una persona. No cumplí veinte años.
Amé a más de cien mujeres. Robé en los barrios
altos. Tuve hermanos que padecían su soledad
como si fuera de otros - ahora uno de ellos
me recuerda, con su melancolía desastrosa;
mas yo me aparto de él: puede que haya ido
a la Universidad; pero eso no lo mejora,
y como cree que sigue siendo un hombre
y que está vivo, es un canalla, ruin como tú y como todos.

EL PLACER DE LOS ADVERTIDOS

1
Abuelo alza su simple arquitectura.
¿Quién dijo que habrá sombra
debajo del retrato?
Yo adopto su mirada
de santo majadero,
y voy, cortando el viento,
con huesos que recuerdan
el ruido de sus pasos.
(De: Viejas palabras de uso)
Arde el recuerdo afuera,
y el sol llega y lo estira.
Lo veo desde mi nuca,
desde mi rincónsolo, acurrucado,
sin ganas de catarle su estatura.
(De: Viejas palabras de uso).

XII
Aunque ayer te marchaste
(yo sé adónde porque en el cotín
no estaba la escopeta)
y ahora le falte fuego
al esqueleto
y se amanezca con lluvia
en la garganta, yo te escribo:
aunque todavía seamos
menores que la muerte
y mi carta no vaya a ningún lado.
(De: Viejas palabras de uso).

INSTANTE AJENO

Aparecen las lilas, y más allá, despacio,
una mujer levanta un monumento: inmóvil,
una niña, arropada mira si ese girar
--círculo, torbellino, sombra, espacio, agujero--
que no cesan los cuervos de ensayar en las
ramas
será la vida,
o si es la nieve abajo, especular,
inmóvil como ella, contemplando el afán
de aquellos cuervos que en mitad del día
trastean
en las más altas ramas de las lilas.
Abre los brazos, inclina la cabeza, insiste,
echa a volar.
Debajo --ay--, debajo qué espejo frío
conmemora las huellas de unos pies
que no volvieron.
Moscú, 1984

LA EDAD

Alicia, ya Lewis Carrol te dejó. Y ahora,
ahora eres tú quien corre, la que indaga
debajo de una piedra. Hay manchas
y limites torcidos. Hay otra imagen y otra,
y hay otro espejo y rostros y muñecas
recitando una historia de borrachos.
Hay gorriones--una vez vi un candil-- y
hay
ómnibus apáticos.
Domingo. Dominó. Domine. Deus.
Blanca, Blanca Armenteros,
Alicia te dejó.
"Toma tu píldora"--húyete
me dicen.
--Di el paso al frente y ahora
ya está
dado
al frente al frente al frente
al lado al lado al lado
al frente al frente al frente
al lado al lado al lado
Blanca, Blanca Armenteros.
Ya Lewis Carroll qué sé yo.
(De Libro: Abuso de confianza).

EPIGRAMA FATAL

Quién fuera Isolina Carrillo--
que compuso Dos gardenias,
un bolero que escucha toda América,
y no Angel Escobar--
que escribió Abuso de confianza--
tuvo que pagar para que lo editaran,
y no lo lee ni su primo más cercano.

EL BUSCADO

Esta mujer que me ama
aunque para todos sea yo un canalla,
y no es mi madre--
lo que la justificaría ante el fanatismo
de los otros--, y no sale
a cobrar la recompensa,
y me besa a pesar de la proclama,
es pobre (lo que no es dato simple);
trae el terror y lo hosco del suplicio
en la mirada,
pero también trae un clavel, y trae
todo lo que coloca en mitad de mi miedo,
algodón ante el hierro
y un recuerdo que me dobla la vida,
y trae esa sonrisa, aquella
que a pesar de todo lo que sucede afuera,
donde exigen mi cabeza y algo me aniquilará-
o me aniquiló ya cual mal villano,
esta mujer, te digo, oh pretendiente a Alcaide,
me hará morir contento.
(Del Libro: El exámen no ha terminado

ACTO

"Y ahora que harán con nosotros", digo
"Pienso que serán agradecidos", me dice así mirando
como ella miraría, repitiendo los ojos que Orfeo vuelve.
"No dije cómo sino qué", grito, atorándome el grito.
"Y pienso resolverán los problemas", me dice y ya no están
ni Eurídice ni nadie que ha mirado,
y por lo tanto yo tampoco estoy, que no,
porque estoy ido, ella no escucha ni la estoy mirando,
y es que da miedo verle la costumbre.
Por eso le hablo, como que no escucha:
"Yo dije qué y lo sabes, tampoco dije cuándo".

ODIO A LAS PAUSAS

No te das cuenta que "sin embargo" me haces?
(...)
Pero, ¿por qué te vas no más apareciendo?
(...)
¿Por qué me dejas y por qué te ausento?
¿Por qué el volante se hace un dos tan doble?
¿A qué otra puerta llegas? ¿Yo a qué puertas?
¿Por qué decimos "Todo tan bueno"?
¿Dónde quedó aquel era? ¿No es? ¿No comparece?
¿En qué otro estante tiembla la medalla?
¿Qué otro polvo, qué tiempo, qué premura nos separan las caras?

(Un día antes de poner fin a su vida, el 13 de febrero de 1997, Ángel Escobar fecha el que hasta ahora conocemos como su último poema. Es un texto que no tiene título y que está dedicado a su amigo, el pintor Nelson Villalobo) :

La permutación de las cosas son en Villalobo
la creación de un mundo soterrado que cuando
está en sí, y siempre lo está, hace nacer
de lo aparentemente muerto y trivial
una primavera que carga con todas las estaciones.
Usted puede
que se le acerquen ahora, yo siempre he estado
allí, aquí, acullá, en eso que él ha querido
llamar villalobismo. Y por qué no,
cada uno tiene un modo de entenderse a sí mismo,
y él está buscando o ya encontró esa manera,
se mira y se ve, y eso es un privilegio,
ser su propio espejo, que tu obra te refracte,
y que nunca te repita como se repite a diario
el juego de las decapitaciones.
Vea Ud. e intuya
este incurrir de Villalobo en formas que se fugan,
y si son capaces, en su fugacidad, adquieren la
fijeza, y ese desprenderse imantado
alegría o tristeza, y siempre la sorna de los estilos
que se buscan ya estando en el palacio
de la significación.